La leyenda del Holandés Errante es muy famosa, circula desde la época incluso anterior a los primeros viajes del descubrimiento. Se trata de una historia salida de la imaginación de los marineros que habla de un duro e intrépido Capitán llamado Hendrik van Decken que es condenado a vagar eternamente sobre la superficie del mar.
Se dice que este Capitán holandés que no creía en Dios ni en los santos ni en nada. Un día partió hacia el Sur y todo fue bien hasta que llegaron a la latitud del cabo de Buena Esperanza. Allí se levantó una tormenta y el barco corrió un gran peligro. La tripulación y el pasaje aconsejaron al Capitán que se acercara a la costa, pero él se rio de los los temores de tripulantes y pasajeros. Comenzó a cantar terribles canciones burlándose y riéndose de la tempestad y blasfemando contra la Providencia. Una celestial figura descendió del cielo para recriminarle su osadía a lo que el capitán respondió con un disparo primero y luego abalanzándose contra el emisario, quien lo maldijo y condenó a vagar sin llegar a puerto jamás. “Se te considerará un diablo del mar. Vagarás sin cesar por todas las latitudes y nunca hallarás reposo ni buen tiempo. La sola visión de tu barco, que seguirá rondando hasta el fin de los tiempos, traerá la desgracia a quien lo vea”.
Otros dicen que en medio de esta tormenta, y con el barco a punto de zozobrar, el diablo se apareció al Capitán Hendrik tentándolo a desafiar la voluntad de Dios y dirigir su barco al centro mismo de la tormenta. El capitán aceptó el reto recibiendo así la maldición del Todopoderoso: Su barco y él, convertidos en espectros, estarían condenados a vagar sin rumbo por los mares hasta el fin de los tiempos.
Hay quienes dicen que la historia es más reciente y sugieren que se originó en las aventuras de Bartolomeu Díaz, navegante portugués que descubrió el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer sobrehumanas, según la biografía que escribió sobre él Luis de Camoes.
En cualquier caso es una leyenda emocionante, pero muchos testigos juran que es algo más.
Año 1835
El Capitán y la tripulación de un barco británico vieron un buque fantasma que se acercaba, en medio de una fuerte tormenta, con todas las velas desplegadas, y que desaparecía de pronto al acercarse peligrosamente.
Año 1881
Una observación del barco del Holandés Errante fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra, que después reinó como Jorge V, y por su hermano mayor, el príncipe Alberto Víctor, duque de Clarence… el mismo duque de Clarence que hoy figura entre los sospechosos de haber sido el infame Jack el Destripador.
Se ha dicho que el incidente aparecía en el libro de bitácora del “HMS Bacchante”, pero no es así. En cambio, sí aparece en un relato del viaje de los príncipes en ese buque, compilado por John H. Dalton a partir de sus diarios personales, cartas y libros de notas. En el momento de la observación los príncipes estaban a bordo de otro barco de la flota, el “HMS Inconstant”, ya que habían sido trasladados allí cuando el “Baccante” tuvo problemas en el timón. El relato dice: 11 de junio de 1881. A las 4 de la madrugada el «Holandés Errante» cruzó nuestro rumbo. Era una extraña luz roja, como la de un buque fantasma, incandescente, y en el centro de esa luz, los mástiles, palos y velas de un bergantín, a 200 m de distancia, se destacaron con fuerte relieve cuando se acercó a nuestra amura de babor. El vigía del castillo de proa informó que estaba cerca de la amura, donde también lo vio claramente el oficial de guardia desde el puente, como también el guardiamarina del alcázar, que fue enviado inmediatamente al castillo de proa, pero al llegar allí no logró ver vestigios ni señales de ningún barco material, ni cerca ni en el horizonte, pese a que la noche era clara y el mar estaba en calma. En total fue visto por trece personas. El “HMS Tourmaline” y el “HMS Cleopatra”, que navegaba a estribor, hicieron señales para preguntar si habíamos visto la extraña luz roja.
Año 1939
Una visión más reciente y sumamente difundida del Holandés se dice que ocurrió en marzo de 1939, en Glencairn Beach, África del Sur. El día siguiente, un periódico publicó la noticia de que docenas de bañistas habían observado el barco, dando detalles de la visión y observando que el buque llevaba todas las velas desplegadas y se movía con regularidad, a pesar de que no soplaba la menor ráfaga de viento.
Año 1942
Cuatro personas descansaban en la azotea de una casa de Ciudad del Cabo cuando de pronto avistaron un viejo y destartalado velero, cuya imagen se correspondía con la fantasmagórica figura del “Holandés Errante”, navegando sin ningún problema hacia la bahía de Table. Pudieron seguirlo durante más de 15 minutos.
Una de las fuentes más inesperadas de un informe sobre el barco del Holandés Errante es, según se comenta, Karl Dónitz, comandante en jefe de la flota alemana, y efímero sucesor de Adolf Hitler. Se dice que vio la nave espectral mientras se hallaba en una misión al este de Suez, y que después afirmó que sus hombres preferían enfrentarse con toda la flota aliada antes que vivir nuevamente el horror de ver el barco del Holandés Errante.
El del Holandés no es, por cierto, el único espectro marino. En 1949 se estimaba que había más de 100 casos «bien comprobados» de naves fantasmas que frecuentaban la costa noreste de los Estados Unidos.
Autor: Juan Carlos López