Fragata “Galatea”

España no pudo salvar a uno de los protagonistas más ilustres de su historia naval, pero sí lo hizo el Reino Unido. El Galatea, un velero que navegó durante treinta y siete años bajo pabellón español y que después permaneció incluso otros veintitrés como buque escuela amarrado a los muelles de Ferrol, se fue un día de España como un viejo, desangelado y con su sucio casco.

Pero el buen hacer de la Clyde Maritime de Glasgow ha hecho posible que no desaparezca un histórico de los mares del mundo entero. El Galatea vive, a pesar del desinterés de las autoridades españolas.

Debido a la larga vida de este barco, con más de un siglo en sus cuadernas, y a los muchos cambios de nacionalidad que sufrió durante todo este tiempo, el Galatea se fue cargando de leyendas e historias nunca probadas. Se llegó a decir que este bergantín-goleta navegó con bandera rusa y, en cierta ocasión, cuando realizaba una larga singladura y se encontraba en alta mar las aguas se volvieron de un color rojo oscuro. Poco después una fantasmagórica aparición se acercó flotando sobre las olas hasta el barco y fue degollando, uno por uno, a todos los tripulantes. Solo quedó con vida un hermoso y grande perro negro que se desvanecería en el aire cuando los tripulantes de otro buque, que acudió en auxilio de nuestro Galatea, se acercaban en su ayuda.

 

También se llegó a contar que, ya en su etapa española, viajaba en algún lugar del barco un fantasma escocés al que se le acusó de ser el causante de innumerables sucesos poco explicables que ocurrieron a bordo.

Los hechos que más se repetían por aquel entonces eran los incendios, que surgían por todas partes, hasta que alguien se percató que eran debidos a cortocircuitos muy explicables por el pésimo estado de la instalación eléctrica.

Pero, al margen de leyendas, al Galatea se le recuerda bien todavía en los grandes puertos europeos, norteamericanos y sudamericanos, aunque su presencia también fue notable en muchos puntos del litoral español. Un ejemplo claro es Tenerife. Allí, en cierta ocasión, su tripulación acudió rápidamente a sofocar un incendio que amenazaba a un grupo importantes de viviendas de la isla. El fuego fue controlado y como agradecimiento la ciudad de Tenerife, cada vez que arribaba a su puerto el Galatea, organizaba una fiesta popular en su honor.

 

El día 3 de diciembre de 1.896 en las aguas del río Clyde, en los astilleros Anderson Rodgers de Glasgow se había botado el Galatea a donde regresaría el 9 de junio de 1.993 (97 años más tarde), tras un lento y complicado viaje, remolcado a solo 6 nudos de velocidad que le condujeron a un dique seco en el río Clyde para su primera inspección. El barco regresaba a sus orígenes.

Este hermoso bergantín-goleta iba a convertirse tras su remodelación en el Glenlee. El Galatea había cambiado su color blanco por un nuevo color negro. El Glenlee se encuentra amarrado junto al “Queen´s Dock” uno de los muelles con más historia de la ciudad y es el motivo central de un patronato que lleva su nombre.

 


Autor: juan Carlos López

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