Cruceros fluviales

Una alternativa para aquellos que el mar les inquieta es realizar un crucero fluvial surcando uno de los múltiples ríos o lagos en los que se realiza esta actividad turística.

Los cruceros fluviales han experimentado un fuerte auge en los últimos años, existiendo diversas compañías y tipos de barcos con una amplia oferta. Si bien este tipo de barcos no son tan colosales como los dedicados a los cruceros marítimos, cuentan con muchas comodidades y algunos con un lujo a la altura de cualquier crucero marítimo. Hay que tener en cuenta que en este tipo de viajes son las escalas en los diferentes puertos y su oferta cultural el aliciente del propio viaje.

En Europa tenemos diversas opciones para navegar por grandes ríos, entre otros, como el Sena, el Ródano, el Rhin o el Danubio, pero en realidad son prácticamente todos los países europeos donde encontraremos la posibilidad de realizar un crucero fluvial. La demanda de este tipo de cruceros está creciendo y existen muchas más experiencias y muchos más destinos que nunca. Además de los cruceros en Europa, se pueden realizar cruceros fluviales por Asia, África, Norteamérica o Sudamérica.

Un crucero fluvial además de ser una forma de adentrarse en un continente presenta una serie de ventajas con relación a los cruceros convencionales, que vamos a destacar:

  • El entorno donde nos movemos, un río o lago, es mucho más tranquilo por lo que las personas propensas al mareo no tendrán los problemas que un crucero marítimo les pueda causar.
  • A través de un crucero fluvial entraremos en contacto directo con las grandes ciudades situadas en sus riberas y las visitas a las mismas o sus alrededores serán más largas e intensas.
  • Los barcos utilizados, al ser más pequeños, ofrecen una relación más familiar entre los pasajeros y permiten una atención más personalizada y esmerada por parte de la tripulación.
  • En este tipo de cruceros podrá disfrutar, en un único turno, de las mejores comidas frescas de la región que visita con los ingredientes típicos del lugar, siendo su gastronomía uno de los puntos mejor valorados por los clientes.
  • Los camarotes o cabinas son similares a las de los cruceros marítimos, disponiendo de climatización, televisión, aseo, limpieza diaria etc. con la salvedad de que en este caso todas ellas son exteriores.
  • Durante las noches, en general, el barco no navega permaneciendo en puerto lo que permite un descanso asegurado sin ningún tipo de movimiento.

Que el tamaño de los barcos fluviales sea muy inferior a los marítimos, quizás no permita ofrecer grandes y espectaculares alternativas de ocio. Al barco fluvial hay que valorarlo como un hotel de lujo flotante que nos proporciona un lugar donde dormir, un restaurante y algunas alternativas de ocio, en un viaje donde la esencia del mismo son las visitas y las excursiones a los diferentes puertos de escala.

Las horas de navegación a bordo del barco se pasan en la cubierta tomando el sol, admirando el paisaje, tomando algo o charlando relajadamente con los amigos. La navegación fluvial sincroniza perfectamente con un ambiente pintoresco y relajado, siendo una forma excelente de combinar unas vacaciones culturales con el ocio y el descanso.

Un día cualquiera de nuestro crucero fluvial sería levantarse y desayunar en el restaurante para posteriormente desembarcar a conocer la ciudad donde se encuentre atracado el barco o realizar alguna excursión. A media mañana podemos optar por volver al barco para comer. Será a partir de la tarde cuando el barco reanudará su singladura, momento este para relajarnos en cubierta y disfrutar del paisaje. También podemos participar en alguna alternativa de ocio mientras se acerca la hora de acudir al restaurante para la cena y una vez hayamos acabado decidirnos entre quedarnos en el barco donde dispondremos de algún espectáculo, sala de baile o discoteca, o bien descender a tierra y aprovechar para explorar la ciudad donde vamos a permanecer esa noche atracados.


Autor: Juan Carlos López


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