Ayer y hoy de los viajes en crucero

Titanic vs Oasis of The Seas

Los que tenemos la suerte de habernos adentrado a finales de los noventa o principios de siglo, en esta apasionante forma de viajar, observamos cómo han ido “evolucionando” los cruceros turísticos en cuanto a las atenciones que prestan al viajero.

Salvando las distancias técnicas entre los barcos de una y otra época, a mi modo de ver lamentablemente esos años pasados fueron bastante mejores y como muestra citaré algunos ejemplos. Algunos seguro recordáis cuando tras el embarque y recibimiento, un tripulante os acompañaba hasta el camarote que teníais asignado. Hoy en día en el mejor de los casos alguien a puerta de escalerilla te indica el ascensor o pasillo más próximo para que encuentres tu habitación. Ya sin haber iniciado la singladura los camareros bandeja en mano te ofrecían un cóctel de bienvenida en las cubiertas superiores del barco. Actualmente tendrás que “pelearte” ante la barra para conseguir ese trago con el que aplacar la sed, fruto de la espera del embarque. Encontrarte un detalle en tu camarote como chocolatinas, una flor, un doblado especial de las toallas o cualquier otra prenda textil, eran atenciones de lo más normal con las que te topabas todos los días de tu crucero. Actualmente estos detalles son cada vez más escasos, esporádicos o insignificantes.

¿Quién no se acuerda de la cena de gala? o cena del capitán, quien además de compartir foto, también compartía mesa y banquete. Porque aquello sí que era realmente un banquete donde la típica langosta no podía faltar en el menú. Hoy en día tanto estas celebraciones de gala, como el menú diario, se han visto drásticamente disminuidos en su calidad gastronómica.

¿Qué fue de aquellos grandes buffets de exhibición? Donde se exponían un sorprendente y variado surtido de frutas, postres y otras delicias, sin olvidarnos de las asombrosas figuras de hielo que adornaban el evento. Todo aquello hoy se reduce al canapé de medianoche. ¡Anda que no hay diferencia!

Incluso en aquellos años se podía visitar el puente de mando, algo que siempre ha despertado la curiosidad del pasajero. Hoy en día, con suerte, quizás puedas visitar la cocina o algún departamento de menor interés.

Lo que más llama mi atención es que comparativamente, teniendo en cuenta el valor adquisitivo de una y otra época, los precios no han variado tan sustancialmente como para haber mermado tanto la calidad del producto. Se me ocurre pensar que años atrás el abaratamiento de los cruceros que popularizó los mismos para acercarlos a un público que hasta esas fechas no había tenido la oportunidad de disfrutarlos, se está intentando reconducir en el sentido de bajar la calidad y mantener el precio.

Autor: Juan Carlos López


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