Visita al Liberty of The Seas-Mi primera visita a un barco

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Por fin llegó mi oportunidad de vivir en primera persona, aunque de forma breve, la experiencia de embarcarme en un precioso monstruo marino.

En poco menos de un mes he tenido la ocasión de visitar dos barcos preciosos, siendo mi segunda visita al Liberty of the Seas, de Royal Caribbean…

Increíble… Fue lo primero que se me pasó por la mente cuando vi ese barco, no tenía otra palabra para describirlo… y cuando embarqué, lo primero que pensé fue: “Ojalá pudiera pasar la noche en este barco”.

Nos levantamos a las 6:30 de la mañana para estar listos para la visita con tiempo suficiente. Yo, personalmente, estaba nerviosa de saber lo que me esperaba por ver, ya que me habían hablado muy bien de ese barco, y la verdad, no era para menos.

Llegamos a puerto a las 9:30, hora en la que empezaba la visita y fuimos directos al control de seguridad, en el que tuvimos que esperar “un ratito”… Una vez pasado el control, nos dirigimos a coger un bus que nos llevaría directamente al barco.

Aunque era mediados de octubre, hacía bastante calor, más aun cuando tuvimos que esperar a pleno sol otro “ratito” para entregar nuestras identificaciones y que nos pusieran la pegatina de “visitantes”.

Embarcamos y… ¡¡“GUAU”!! ¡¡Yo parecía una niña pequeña recién llegada a Disneyland!! ¡¡Creo que hasta se me dilataron las pupilas, de tanto adorno, decoración y brillo!! … Qué bonito…

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Nos dirigimos a lo largo de la Calle principal del barco, repleta de bares y tiendas, decorado con esculturas y réplicas de coches antiguos y rodeada de los balcones de las habitaciones, hacia el lugar que nos habían indicado, “The Sphynx”. Era un precioso salón, con decoración egipcia, en que te daban la bienvenida varias esculturas faraónicas. Allí, el comercial de Royal Caribbean, Victor, nos explicó que haríamos un recorrido por todo el barco, excepto por las habitaciones, ya que se encontraba completo (en mi opinión, es bastante difícil que un barco que va de Barcelona a Miami, con escala en Málaga, esté lleno, pero bueno, no soy yo la experta…). En compensación, según Víctor, almorzaríamos en el buffet del barco en lugar de en el restaurante. ¡¡¡No me lo podía creer!!. Mi madre ya me había hablado de lo increíblemente espectacular que es ese buffet, y yo a dieta… no quería ni pensar en la cantidad de tentaciones que iba a tener…

La primera parada que hicimos fue en el “Platinum Theatre”, enorme, muy espectacular, aunque en mi opinión un poco sobrio y más después de tener como referencia el teatro del MSC Orchestra, que aunque más pequeño, es bastante más colorido y alegre. En el teatro, Víctor nos explicó que en ese barco, se realizaban espectáculos de primer nivel, representados por actores profesionales que se dedican exclusivamente a eso, espectáculos, incluso, que se ofrecen en Broadway, los cuales, por su puesto, son gratuitos para todo el pasaje del barco.

Después nos dirigimos a la discoteca del hotel, “The Catacombs”, para mí, una de las estancias más bonitas y espectaculares del barco. Aunque un poco pequeña para ser una discoteca, se trataba de un sitio mágicamente decorado al estilo de un castillo medieval, mezclado con detalles muy modernos, con vidrios de colores, una barra de bar muy llamativa, y sillones tipo “diván” de colores vivos y alegres. Allí, Víctor nos explicó la diferencia que hay entre un “Todo incluido” y lo que ofrece esta modalidad de crucero en el que las bebidas alcohólicas no entran en el precio pagado por el pasajero, pero que son de primera calidad y no marcas blancas como en los “Todo incluido”. Nos explicó cómo era mucho más rentable este tipo de viaje y que la mayoría de la gente tiene una impresión equivocada de los “Todo incluido”, ya que la diferencia de precio entre una modalidad y otra es bastante si lo comparamos con lo que nos podríamos gastar en bebidas de este tipo. Subimos la escalera de la discoteca, en la que parece que te vas a caer, por el efecto de cristal roto que la decora, para ver la planta superior de la discoteca, también pequeña, y dirigirnos a otro salón-bar, el “Schooner” Bar. Este salón está decorado en ambiente náutico, con cabos, velas y madera por todas partes además de unos inmensos ojos de buey, que te permiten disfrutar de las maravillosas vistas del mar.

La visita continuó pasando por el casino, en el cual solo estuvimos un par de minutos que a mí se me hicieron cortos, ya que para mí es una de las estancias más espectaculares del barco. Yo, por mi parte, intenté hacerme fotos en todos los puntos y máquinas del Casino que me recordaban en cada rincón a las típicas películas americanas en las que aparece Las Vegas. Pasamos por el casino para dirigirnos al restaurante principal “Rembrandt Dinning Room”. La primera palabra que se me pasó por la cabeza fue “Titanic”. Se trata de un salón inmenso, de tres plantas coronado con una preciosa lámpara de araña, al puro estilo de la película. Toda la decoración te hacía transportarte a otra época. Solo faltaba Leonardo DiCaprio recibiéndote para cenar al final de esa majestuosa escalinata…

Allí, nos explicaron cómo funcionaba el turno de las comidas, y como siempre les tocaba a los españoles el turno menos deseado, el de las 18:45, ya que siempre somos los últimos en comprar los billetes y no nos quedan turnos mejores que elegir. En mi opinión, es una tontería, porque si tienes hambre más tarde puedes comer en cualquier otra parte del barco, y así, cenas dos veces!.

Dejando atrás esta maravillosa estancia, fuimos avanzando por el barco, y según bajaba la temperatura, me di cuenta de que nos dirigíamos hacia la pista de hielo del barco. Parece surrealista pensar que dentro de un barco haya una, pero sí, así es, y además de poder disfrutar de espectáculos de primer nivel, también ponen la pista a disposición del pasajero para patinar sobre ella.

Allí nos explicaron la importancia de reservar plaza para los espectáculos realizados en esa pista, ya que son los más populares de los que se realizan a bordo.

Cuando salimos de la pista nos guiaron por los entresijos del barco hasta la cubierta exterior, pasando por la sala de video juegos, totalmente equipada con todo los que un amante de los mismos pudiera soñar.

Ya al aire libre, hicimos una pequeña parada en el “Johnny Rockets”, un “Burger” ambientado en los 60, en el que hay que hacer un pequeño pago de 3 dólares para poder comer. Nos hablaron de las fantásticas hamburguesas gigantes, que no tienen nada que envidiarle a las que aparecen en las fotografías de cualquier restaurante. Patatas fritas, helados y cualquier otra delicia engordante se puede degustar en este local.

Avanzando en cubierta, aparte de disfrutar de las vistas del puerto de Málaga y de sus montañas, visitamos el emulador de olas para hacer surf, el rocódromo, las pistas de minigolf y baloncesto, y hasta de atletismo…

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Llegamos a otro salón, mucho más tranquilo que los anteriores, solo para adultos a partir de ciertas horas, donde los pasajeros pueden ir a relajarse, tomarse una copa o simplemente disfrutar de las vistas, ya que la estancia está totalmente rodeada de cristaleras.

Ya empezábamos a tener hambre… pero todavía nos quedaba barco por visitar…

La siguiente parada fue la zona de entretenimiento de los niños en la cubierta exterior, el “Challenger’s Arcade”, con piscinas, chorros de agua por todas partes y hasta una cascada… Más allá, la zona acuática exclusiva de adultos, compuesta por una piscina y un solárium fantástico, decorado con palmeras y estatuas.

Volvimos al interior del barco, para realizar una pequeña pasada rápida por la zona de spa y el gym, el cual, para algunos será de gran interés, pero para mí, no sería un sitio en el que estaría durante mi estancia… al menos en las máquinas, porque lo que más me gustó fue el pedazo de Ring de Boxeo que había allí, en el cual dejan a disposición del cliente unos guantes gigantes de boxeo con el que puedes practicar. (¿Hay algo que no se pueda hacer en este barco?).

Lo que no llego a entender, es ¿¿¿¿qué hace una báscula en el gimnasio del barco????. Pero, ¿¿¿no se supone que vas de vacaciones a comer, a dormir, y a disfrutar??? ¡¡¡. Ya vendrá el remordimiento de los kilos cuando llegue a mi casa!!!. Siendo positivos, supongo que es una manera de tener contento a todo tipo de clientes, y habrá alguno que le de uso… ¡Todo sea por hacerte feliz!

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Salimos del gym de nuevo hacía la cubierta exterior, para dirigirnos por fin, al buffet, el “Windjammer Cafe”.

No tengo palabras para describirlo… Todo, repito, TODO lo que te puedas imaginar…

Todos los manjares posibles, estaban perfectamente expuestos en las vitrinas. Había como diferentes “islas” donde se ofrecían distintos tipos de comida. Uno de carnes, otro de pastas, bocadillos… y un interminable etcétera. Lo más increíble, los postres… y yo sin poder probarlos por culpa de la dieta… Había de todo. Desde cookies, muffins, tartas, pudings… y no sigo porque se me hace la boca agua…

Terminamos de comer, y fui a acompañar a mi amigo a la cubierta exterior a fumarse un cigarro. Creo que fue uno de los mejores momentos de la visita. Tirados en las hamacas que se encuentran de cara al mar, pasamos 10 minutos fabulosos… ¡¡¡Me entraban ganas de quedarme en el barco de polizón, y salir cuando ya estuviera en Miami!!!.

Con todo el dolor del mundo, nos levantamos de la hamaca, y volvimos con el resto del grupo al buffet, para finalizar el almuerzo con un cafelito, que para variar, al igual que en todos los hoteles era “aguachirri” (no todo podía ser bueno), y de camino nos enteramos, que para los pasajeros tampoco venía incluido en el precio un café de verdad, como un expresso.

El almuerzo finalizó y con él la visita de este maravilloso barco… quedándome con más ganas, aún si cabe, de poder embarcarme al 100% en un crucero de estas características y poder aprender más y más de este maravilloso mundo. Lo que si me quedo claro, es que el día que me embarcara, no iba a aburrirme, al contrario, me iba a faltar tiempo para poder disfrutar de todo lo que ofrece…

Angie

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MÁS INFORMACIÓN DEL BARCO:

Fecha de publicación: 29 de junio de 2013


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